La prestigiosa revista "Nature" ha publicado el resultado de una investigación multinacional en la que ha participado el Museo Nacional de Historia Natural y que ha logrado resolver un misterio que duraba ya dos siglos. 

En 1834 Charles Darwin descubrió en Uruguay y Argentina una serie de fósiles correspondientes a un animal ya extinguido, la Macrauchenia Patachonica ,de cuerpo robusto como el de un camello y trompa como la de un tapir. Darwin relató así en su diario el descubrimiento: 

 "En Puerto San Julián, en un légamo rojo que cubre la grava de la llanura, de 27 metros de altitud -escribe-, encontré medio esqueleto de la Macrauchenia patachonica, notable cuadrúpedo, tan grande como un camello. Pertenece a la misma división o grupo de los Paquidermos, junto con el rinoceronte, tapir y Palæotherium, pero en la estructura de los huesos de su largo cuello ofrece una evidente relación con el camello, o más bien con el guanaco y llama."

El Museo Nacional de Historia Natural ha contribuido, mediante la participación de los especialistas Andrés Rinderknecht y Washington Jones, a una investigación conformada por la Universidad de Postdam, el Museo Norteamericano de Historia Natural; el Museo de de Historia Natural de Paris; el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires; el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales de Mendoza; el Museo de La Plata; el Museo Municipal de Ciencias Naturales de Mar del Plata; el Museo Paleontológico en San Pedro y la Universidad de Chile.

Juntos han logrado recuperar el ADN original de esta misteriosa especie, ubicándola en el árbol genealógico de un grupo que incluye a caballos, rinocerontes y tapires. Una de las principales funciones de un museo es la investigación y con este proyecto el Museo Nacional de Historia Natural ha demostrado que puede contribuir con una producción científica de alta calidad, digna de figurar en proyectos a nivel mundial.