Vila, Ernesto

Nace en Montevideo en 1936. Ingresó al Taller Torres García en 1959, donde estudió con Guillermo Fernández y José Gurvich hasta 1964. Desde 1965 integró el Taller Montevideo, junto a Gorki Bollar, Armando Bergallo, Clara Scremini y Héctor Vilche, con el que realizó experiencias cinéticas en las calles en Londres, Italia y otros lugares del viejo continente. En 1965 residió en Holanda al obtener una beca para exponer en La Haya. Incursionó en enormes montajes escénicos hasta desembocar en la Bienal de París de 1969 recibiendo un importante premio. En 1972 regresó a Uruguay y fue detenido por motivos políticos, quedando recluido en el penal de Libertad hasta 1978. Se exilió en París hasta 1986 donde trabajó intensamente. Con el retorno de la democracia, regresó al país y se integró activamente al medio artístico en Montevideo. Su obra adquirió un giro personal al emplear el papel de diario o el simple papel intervenido, con retratos recortados y pintados que rescatan figuras entrañables de la cultura local: Mateo, Carlos Gardel, Líber Falco, Juan Carlos Onetti, Alfredo De Simone, Rafael Barradas, José Gurvich, Carlos González y Schiaffino, entre otros. Obtuvo premios y distinciones nacionales e internacionales, representó a Uruguay en 1989 en la Bienal de Cuenca y en el año 2007 en la 35º Bienal de Venecia. En el 2003 le fue otorgado el Premio Figari por el Banco Central del Uruguay en reconocimiento a su trayectoria, junto a los artistas Anhelo Hernández y Fernando Cabezudo. En palabras del artista: " Nacer en un país joven, pobre y abastecido estéticamente desde latitudes lejanas y ajenas a nuestra realidad regional, social y cultural, condujo a interrogarme desde mi lugar geográfico y biográfico sobre la utópica construcción de una infraestructura estética inclusiva con intención de ser imaginados y pensados a partir de nuestras características y necesidades. Siguiendo esta premisa desarrollo mi búsqueda entorno a lo cercano y elemental. Sustituyo lo poco que puedo saber por la fidelidad de lo que veo. Reivindico la utilidad de lo aparentemente inútil, desechable, perecedero y secundario. No descarto la posibilidad simbólica y ecuménica de una baldosa o un palillo".