Invernizzi, José Luis "Tola"
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Mejor conocido como "Tola Invernizzi", nace en Montevideo el 21 de setiembre de 1918, aunque vivió en Piriápolis desde la década del 50, fue una presencia emblemática de la bohemia de la época. Las peñas de los cafés lo convocaban con persistencia y recorría todos los temas posibles. Autodidacta, hizo su primera exposición en Buenos Aires en la Galería Viau en 1950 y en Amigos del Arte de la calle Bacacay en 1953. Con devoción hacia Paul Klee, dejó registrada en sus obras juveniles la huella del pintor suizo pero en vez de absorber el fragor del entorno y convertirlo en metáforas poéticas, fue explorando la realidad inmediata, urgido de sentimientos, con voracidad por entender los procesos políticos, sociales y culturales del país y del exterior, su pasión por el ser humano, además de su ilimitada capacidad de amistar. Su esencia era una vitalidad incontrolada. Como buen humanista, nada le fue ajeno. El activismo político y gremial lo tuvo entre sus primeras filas desde siempre. Supo protestar con sus pinturas desde la calle cuando Pinochet visitó el país o contra las invasiones del imperialismo norteamericano. Sus obras, dibujos, pinturas, grabados, estuvieron expuestas en los más diversos sitios, clubes políticos, deportivos, cafés, galerías y museos. Editó cinco carpetas de grabados que en el 2000 reunió en un único volumen. La coherencia, propia de una personalidad fuertemente definida, estuvo en su actividad plástica. El expresionismo fue el hilo conductor. Una torturada visión del hombre y su circunstancia lo condujo a representar figuras emblemáticas y anónimas de la historia bíblica. Fue en los años ochenta, una vez retornada la democracia, que hizo una exposición provocativa en la Sala Soriano del Palacio Municipal. Allí abofeteó al público bien pensante con la "bad painting" (mala pintura) y un erotismo que osaba decir las cosas por su nombre.Pocas veces la pintura uruguaya, en gran formato y en un espacio oficial, se atrevió a tanto. Una agresividad temática, formal, recorría las telas y no daba descanso al espectador, con una sobrecarga de disparada emotividad. En su desgarrada visión, las pinceladas se bifurcaban en todas direcciones sin atender a los requisitos del canon establecido, la composición se situaba en la arbitrariedad y la acumulación narrativa, en una lectura sofocante y barroca. Para un ambiente que transitaba por los carriles del buen gusto, la muestra de Tola Invernizzi fue una suerte de liberación, de intérprete de una sociedad amarrada a la represión y a la hipocresía.Luego entró como docente en el Instituto Escuela de Bellas Artes entre 1990 y 2000. En 1996 expuso en el Museo Blanes. La última muestra la hizo en el Museo Mazzoni de Maldonado. Falleció el 16 de marzo de 2001.